There are four steps in the Sacrament of Reconciliation:
We feel contrition for our sins and a conversion of heart to change our ways.
We confess our sins and human sinfulness to a priest.
We receive and accept forgiveness (absolution) and are absolved of our sins.
We celebrate God’s everlasting love for us and commit to live out a Christian life.
A mature understanding of sin includes reflecting upon our thoughts, actions and omissions as well as examining the patterns of sin that may arise in our lives. With contrite hearts, we are also called to reflect upon the effects of our sins upon the wider community and how we might participate in sinful systems.
Contrition and conversion lead us to seek a forgiveness for our sins so as to repair damaged relationships with God, self, and others. We believe that only ordained priests have the faculty of absolving sins from the authority of the Church in the name of Jesus Christ (CCC 1495). Our sins are forgiven by God, through the priest.
The Spiritual effects of the Sacraments of Reconciliation include:
- reconciliation with God by which the penitent recovers grace
- reconciliation with the Church
- remission of the eternal punishment incurred by mortal sins
- remission, at least in part, of temporal punishments resulting from sin
- peace and serenity of conscience, and spiritual consolation
- an increase of spiritual strength for the Christian battle (CCC 1496)
Individual confession with a priest is the principal means of absolution and reconciliation of grave sins within the Church. The Sacrament of Reconciliation frees us from sinful patterns of behavior and calls us to complete conversion to Christ. Reconciliation heals our sins and repairs our relationships.
Hay cuatro pasos en el Sacramento de la Reconciliación:
Sentimos contrición por nuestros pecados y una conversión de corazón para cambiar nuestros caminos.
Confesamos nuestros pecados y la pecaminosidad humana a un sacerdote.
Recibimos y aceptamos el perdón (absolución) y somos absueltos de nuestros pecados.
Celebramos el amor eterno de Dios por nosotros y nos comprometemos a vivir una vida cristiana.
Una comprensión madura del pecado incluye reflexionar sobre nuestros pensamientos, acciones y omisiones, así como examinar los patrones de pecado que pueden surgir en nuestras vidas. Con corazones contritos, también estamos llamados a reflexionar sobre los efectos de nuestros pecados en la comunidad en general y cómo podemos participar en sistemas pecaminosos.
La contrición y la conversión nos llevan a buscar el perdón de nuestros pecados para reparar las relaciones dañadas con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Creemos que sólo los sacerdotes ordenados tienen la facultad de absolver los pecados de la autoridad de la Iglesia en el nombre de Jesucristo (CCC 1495). Nuestros pecados son perdonados por Dios, a través del sacerdote.
Los efectos espirituales de los Sacramentos de la Reconciliación incluyen:
reconciliación con Dios por la cual el penitente recobra la gracia
reconciliación con la Iglesia
remisión de la pena eterna incurrida por los pecados mortales
remisión, al menos en parte, de las penas temporales resultantes del pecado
paz y serenidad de conciencia, y consuelo espiritual
un aumento de la fuerza espiritual para la batalla cristiana (CCC 1496)
La confesión individual con un sacerdote es el principal medio de absolución y reconciliación de los pecados graves dentro de la Iglesia. El Sacramento de la Reconciliación nos libera de patrones pecaminosos de comportamiento y nos llama a la conversión completa a Cristo. La reconciliación sana nuestros pecados y repara nuestras relaciones.