At confirmation we receive the gifts of the Holy Spirit and confirm our baptismal promises. Greater awareness of the grace of the Holy Spirit is conferred through the anointing of chrism oil and the laying on of hands by the Bishop.
Through the Sacrament of Confirmation we renew our baptismal promises and commit to living a life of maturity in the Christian faith. In the Acts of the Apostles we read of the coming of the Holy Spirit on Pentecost. While baptism is the sacrament of new life, confirmation gives birth to that life. Baptism initiates us into the Church and names us as children of God, whereas confirmation calls us forth as God’s children and unites us more fully to the active messianic mission of Christ in the world.
After receiving the power of the Holy Spirit at Pentecost, the Apostles went out and confirmed others, showing confirmation to be an individual and separate sacrament: Peter and John at Samaria (Acts 8:5-6, 14-17) and Paul at Ephesus (Acts 19:5-6). Also the Holy Spirit came down on Jews and Gentiles alike in Caesarea, prior to their baptisms. Recognizing this as a confirmation by the Holy Spirit, Peter commanded that they be baptized (cf. Acts 10:47).
En la confirmación recibimos los dones del Espíritu Santo y confirmamos nuestras promesas bautismales. La unción del aceite crismal y la imposición de manos del obispo confieren una mayor conciencia de la gracia del Espíritu Santo.
A través del Sacramento de la Confirmación renovamos nuestras promesas bautismales y nos comprometemos a vivir una vida de madurez en la fe cristiana. En los Hechos de los Apóstoles leemos de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Mientras que el bautismo es el sacramento de la vida nueva, la confirmación da nacimiento a esa vida. El bautismo nos inicia en la Iglesia y nos nombra como hijos de Dios, mientras que la confirmación nos llama a ser hijos de Dios y nos une más plenamente a la misión mesiánica activa de Cristo en el mundo.
Después de recibir el poder del Espíritu Santo en Pentecostés, los Apóstoles salieron y confirmaron a otros, mostrando que la confirmación es un sacramento individual y separado: Pedro y Juan en Samaria (Hechos 8:5-6, 14-17) y Pablo en Éfeso (Hechos 19:5-6). También el Espíritu Santo descendió sobre judíos y gentiles por igual en Cesarea, antes de sus bautismos. Reconociendo esto como una confirmación del Espíritu Santo, Pedro mandó que fueran bautizados (cf. Hch 10,47).